El daño cerebral afecta directamente al cerebro de la persona, pero golpea el corazón de la familia. El DCA marca un antes y después en la familia que lo sufre.

Un alto porcentaje de familias vivían una realidad que de repente se ve sometida a un cambio drástico por la aparición repentina e inesperada del DCA.  Este cambio, prolongado en el tiempo, genera un riego psicológico, físico y social que puede derivar en sufrimiento, aislamiento social, conflictos familiares, cambios de roles, pérdidas económicas, etc. En definitiva, afecta a todas las dimensiones de la unidad familiar, y en la mayoría de casos hace necesario el abordaje desde una perspectiva global e integradora y siempre orientada a las necesidades de la familia y de la persona con DCA.

Es fundamental tener presente que la familia es, por un lado, afectada de primer orden por el daño cerebral y sus secuelas y al mismo tiempo tiene un papel importante como cuidadora de la persona con DCA.   Por tanto, es requisito ético, humano y esencial entender su papel y dar soporte y apoyo continuado a lo largo de todo el proceso.